lunes, 31 de octubre de 2011

LES PRESENTO A DON RICARDO PALMA: 2da entrega de la serie “Hilachas”




Don Ricardo Palma

     Tradicionistas hay muchos en el mundo. Comentadores y revividores de crónicas añejas los hay más. Repetidores de anécdotas y romances lo somos todos. Pero reconstructores de ambiente y magos encantadores que hagan pasar a las generaciones de siglo en siglo hasta convertirlas, con solo el libro delante, en espectadores de la misma historia, no hay, ni ha habido en América, sino don Ricardo Palma.


     Las hilachas, más que pequeñas tradiciones,son, en puridad de verdad, apuntaciones históricas y chismografía de viejas. Hay en ellas cosas frívolas al lado de noticias curiosas. El autor ha deshilachado tela de algodón y tela de seda formando un ovillo o pelota de hilachas.


GRANOS DE TRIGO

     Doña Inés de Muñoz, que en primeras nupcias casó con Martín de Alcántara hermano uterino de don Francisco Pizarro, y que al enviudar contrajo matrimonio con el acaudalado don Antonio de Rivera, caballero de Santiago, fue la primera dama española que hubo en Lima.

     Al fallecimiento de su segundo marido, que la dejó heredera de pingüe fortuna, consagró ésta a la fundación de un monasterio, en el que entró monja, alcanzando al morir (en 1594) la edad de ciento once años. ¡Vivir fue!

     Cuentan de doña Inés (si bien no falta autor que haga a la viuda del capitán Chaves, que murió defendiendo a Pizarro, protagonista de esta historia) que sus deudos de España, a quienes ella no olvidaba favorecer con gruesos donativos de dinero, la enviaban, siempre que oportunidad se presentaba, y por vía de agradecido agasajo, tres o cuatro cajones conteniendo frutos escasos o desconocidos en el Perú.


     Hallábase de visita en casa de ella el marqués gobernador, en momentos que a doña Inés entregaban una remesa de Cádiz, y la amable dama invitó a su cuñado a comer, para el día siguiente, una olla podrida en que los garbanzos, judías, chorizo extremeño y demás artículos regalados campearían en el plato.


     Hizo la casualidad que, al abrir uno de los cajones, se fijase doña Inés en unos pocos granos de trigo confundidos entre los garbanzos; y ella y sus criadas echáronse a tan minuciosa rebusca, que llegaron a juntar hasta cuarenta y cinco granos de trigo.


     Doña Inés hizo con ellos una almáciga en el jardinillo de su casa, y a poco brotaron las espigas y tras ellas el grano.


     Cuatro años después la almáciga había dado origen a muchos trigales en las huertas de los alrededores de Lima, estableciéndose por Pizarro un molino y amasándose pan para el vecindario, que los pagaban a medio real de plata la libra.


     Y de Lima pasó el cultivo del trigo a los fértiles valles de Arequipa y Jauja, y últimamente a Chile, donde hoy constituye un productivo ramo de comercio.

     
     Primera entrega de la serie "Hilachas":  LOS CACIQUES SUICIDAS

        Tomado de la colección de 6 tomos de la obra completa de don Ricardo Palma TRADICIONES PERUANAS publicada bajo el auspicio del gobierno de Perú en 1983.

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