martes, 1 de noviembre de 2011

LES PRESENTO A DON RICARDO PALMA: 3era. Entrega de la serie “Hilachas”.





Don Ricardo Palma en bronce
 
     Lo más admirable de la reconstrucción artística y de la supresión de las distanciasa que realizan las TRADICIONES, cualquiera de ellas, todas tal vez. es precisamente la sutileza del artificio, imposible de descubrir y por lo mismo de imitar. Eso es lo que hace de don Ricardo Palma un escritor único, solo, inaccesible


     Las hilachas, más que pequeñas tradiciones, son en puridad de verdad, apuntaciones históricas y chismografía de viejas. Hay en ellas cosas frívolas al lado de noticias curiosas. El autor ha deshilachado tela de algodón y tela de seda y formado un ovillo o pelota de hilachas.

AGUSTINOS Y FRANCISCANOS

     Entre los superiores de estos conventos existía por los años de 1608 personal desavenencia, que chismosos de oficio llegaron a convertir en profunda enemistad. Y como quien riñe con el rabadán riñe con su can, los frailes de ambas Órdenes se creyeron obligados a negarse hasta el saludo, haciendo propios los agravios y quejas de sus respectivos superiores.

     La cosa llegó a punto de que los porteros de ambos conventos recibieron orden de no permitir que pusiese pie dentro del claustro fraile alguno de comunidad contraria, y los cerberos andaban armados de gruesa tranca y muy decididos a romper crismas.

     En vano el virrey y el arzobispo tomaron cartas en la querella, gastando saliva e influencia para establecer la concordia. Tal maravilla vino a realizarla, después de muerto, San Francisco Solano.

     Fallecido este siervo de Dios el 14 de julio de 1610, y a su entierro en el templo de los padres seráficos concurrieron no sólo los personajes de la ciudad, sino hasta el último plebeyo. No había en la vasta nave de la iglesia donde echar un grano de trigo.

     Por supuesto que las comunidades, sin exceptuar la agustina, asistieron a la fúnebre ceremonia, y el virrey no quiso desperdiciar la oportunidad para poner término a la escandalosa inquina.

     Con el pretexto de ir a besar la mortaja del difunto levantóse su excelencia, invitando a los dos adversarios a que lo acompañen. Arrodillados los tres delante del ataúd, dijo el marqués de Montesclaros:
     -¡Ea, padres! Basta de desórdenes, y por amor de este santo, que desde el cielo lee en el fondo de los corazones, déjense ustedes de quisquillas y dense un abrazo.

     Los dos reverendos, como movidos por un resorte, cayeron el uno en brazos del otro, ejemplo que fue imitado por ambas comunidades.

     El virrey se restregaba las manos, satisfecho, y decía al oído a uno de sus amigos.
     -Cuando las cosas se hacen en coyuntura aparente, tienen siempre éxito feliz. Aprovechar de la oportunidad es ganar media batalla.

     Así terminó una desavenencia que duraba ya dos años, llevando aspecto de prolongarse hasta Dios sabe cuándo

     Un mes después los dominicos daban un banquete a los reconciliados; pero ¡qué banquete! Hubo sopa teóloga, fritanga de menudillos, pavo relleno, carapulcra de conejo, estofado de carnero, pepián y locro de  patitas, carne en adobo, San Pedro y San Pablo, y pastel de choclo, y un pericote por goloso cayó dentro de una olla, y aquí da remate el cuento de periquito Sarmiento.

     Entregas anteriores de la serie "Hilachas": "LOS CACIQUES SUICIDAS", "LOS GRANOS DE TRIGO"
    
     Tomado de TRADICIONES PERUANAS del tradicionalista Ricardo Palma, en 6 tomos, publicado con el auspicio del gobierno del Perú en 1983.




No hay comentarios:

Publicar un comentario